Armando Pérez
El Consejo de Seguridad de la ONU, garante de la seguridad y estabilidad mundial debe evitar la aprobación de resoluciones que agraven las guerras civiles como ocurre actualmente en Libia.
Ante la candente situación que vive el mundo árabe, el riesgo de conflictos civiles en esa zona sigue muy alto, y el organismo máximo de Seguridad debe imponer mecanismos políticos para solucionar la crisis libia y otras no menos graves como las que evolucionan en Siria y Yemen.
Esta fue la tesis que expuso recientemente el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, al comentar la situación que permitió a Francia suministrar armas a la oposición Libia, y justificar su acción argumentando que actuó en concordancia con el mandato de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia.
“La resolución 1973 tienen el parágrafo 4 que permite a cualquiera hacer lo que quiera, en aras de los que sea. Precisamente por ese parágrafo ahora tenemos tantos problemas”, dijo Lavrov al terminar consultas con su colega de Francia, Alain Juppé en Moscú, el pasado 1 de julio.
La semana pasada, el diario galo Le Figaro reveló que Francia suministró armas a las tribus bereberes que habitan las montañas de Nafusa, al sur de Trípoli.
El portavoz del Estado Mayor francés, Thierry Burkhard, al confirmar esos suministros, explicó que aviones militares franceses arrojaron en paracaídas varias toneladas de contenedores con lanzagranadas, misiles antitanque de guiado autónomo, ametralladoras, fusiles automáticos y municiones.
La cancillería rusa denunció que esos suministros suponen una grave violación de la resolución 1970 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 26 de febrero, que impuso un embargo total a los suministros de armas a Libia.
Al explicar la postura de Francia, Juppé en Moscú se salió por la tangente y repitió las declaraciones recientes del embajador galo ente la ONU, Gerard Araud, quien señaló que el artículo 4 de la resolución 1.973 permite ignorar el embargo de armas previsto en el párrafo 9 de la resolución 1970.
Según la lógica gala, de las dos resoluciones de la ONU aprobadas sobre Libia, hay una primera que prohíbe los suministros de armas, y una segunda, aprobada posteriormente que los autoriza porque esas armas no son para el líder libio Muamar Gadafi sino para la oposición.
Al respecto, Lavrov explicó que los países promotores de la resolución 1973 (entre ellos Francia), bien de forma premeditada o sin intención, al redactar el texto de la resolución omitieron establecer límites a las acciones militares en Libia y por esa razón, Rusia se abstuvo de participar en la votación para la aprobación de la resolución.
“Como advertimos en ese entonces, ahora aparecen situaciones muy desagradables cuando los términos de la dicha resolución se pueden interpretar de forma diferente”, subrayó el diplomático ruso.
En realidad, la situación es más que desagradable, pues en la práctica del derecho internacional quedó establecido un precedente según el cual, todas las acciones que se ocurran a cualquier gobierno, y que conduzca a recrudecer la guerra fraticida entre los libios, es absolutamente impecable desde el punto de vista legal.
Un panorama bastante oscuro para la seguridad mundial, si se tiene en cuenta la actual situación en Siria, Yemen y otros países árabes donde también se producen muchos muertos entre la población civil, lo que hace inminente la participación del consejo de Seguridad para buscar soluciones a todos esos conflictos.
A juzgar por los sondeos de opinión y las publicaciones de expertos en la prensa, la mayoría de la población rusa reprueba la indecisión demostrada por el Kremlin al no vetar la resolución que autorizó la operación militar en Libia.
La tesis que predomina es que Rusia, China y otros países miembros no permanentes del consejo de seguridad deben impedir de forma contundente todas las propuesta de arreglo militar a los conflictos que afectan el mundo.
Y en su lugar se impongan los medios políticos, a pesar del poco entusiasmo que despierta esta opción entre las fuerzas opositoras libias, sirias y de otros países levantados contra sus gobernantes para exigir más democracia y libertad.
Tras destacar la fuerza de las redes sociales en la evolución de las revoluciones árabes, muchos blogueros e internautas rusos proponen organizar acciones en la red para promover el dialogo entre las partes enfrentadas en los países en crisis.
Una verdadera prueba de fuego para comprobar si la red cibernética que virtualmente une a todo el mundo, también puede ayudar para restablecer la paz.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Armando Pérez
Viejo Condor
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Armando Pérez
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