En el manejo de la crisis de Egipto la diplomacia de Estados Unidos ha dado un notable cambio retórico en una semana, o al menos en lo que dice ante el público.
De pretender que la dinámica política interna de la nación árabe y aliado fundamental de EE.UU. en la región no era de su incumbencia, Washington pasó a pedir una "transición ordenada" y a solicitarle al presidente Hosni Mubarak que no buscara la reelección.
La noche del martes, el presidente Barack Obama ofreció un breve discurso con el que habló a los manifestantes, a quienes dijo estar escuchando; a lo militares, a los que alabó su profesionalidad; y al tambaleante gobierno, al que advirtió que debe garantizar una "verdadera" transición.
Y, tal vez más importante, Obama también dijo que esa transición tiene que empezar "ahora".
Sin embargo, muchos se preguntan hasta qué punto el gobierno estadounidense se vio forzado a aceptar los acontecimientos, igual que le pasó a Mubarak, y hasta qué punto ejerció su palanca para acelerar el proceso.
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"Importante, no determinante"
A la Casa Blanca reconoce que le preocupa que se atiendan las demandas de los manifestantes egipcios y al mismo tiempo le interesa que el proceso de apertura no afecte la estabilidad del sistema de balances y alianzas construido en los últimos 30 años.
No creo que se pueda decir que las gestiones estadounidenses hayan sido el factor determinante , ya que el presidente Mubarak ha estado bajo una intensa presión interna
Josh Stacher, Universidad Estatal de Kent.
Y en Washington tuvieron el cuidado de esperar que el presidente egipcio diera sus declaraciones, en parte para analizar su efecto y en parte para no parecer que le dieron órdenes a quien ha sido un viejo y fiel aliado.
Poco antes habían reconocido que Obama mandó un mensaje a Mubarak con su enviado especial, el embajador Frank Wisner, sugiriéndole que no se presentara a los comicios programados para septiembre, a la que habría sido su sexta reelección.
Mubarak habría entendido el mensaje y ofreció no postularse pero supervisando la transición "en los pocos meses" que le quedarían en la presidencia, según dijo en su anuncio presentado por la televisión nacional egipcia.
Sin embargo, la presión de la Casa Blanca no habría sido "determinante" en el desenlace de los eventos, según dijo a BBC Mundo Josh Stacher, catedrático de la Universidad Estatal de Kent.
"No creo que se pueda decir que las gestiones estadounidenses hayan sido el factor determinante en esto, ya que el presidente Mubarak ha estado bajo una intensa presión interna, sobre todo por parte del la cúpula militar, para que afronte la crisis".
Stacher reconoce que "la importancia estuvo en el mensajero", Weisner, quien tras entrevistarse con Mubarak le habría hecho entender que "sus amigos estadounidenses estaban perdiendo la paciencia con él".
"Razones irrelevantes"
Pese a que el gobierno de EE.UU. trató de mantener un bajo perfil en la crisis egipcia, la atención informativa y diplomática se ha movido desde El Cairo a Washington, capital cuyo apoyo es considerado crucial para la continuidad del mandatario.
Por lo pronto, con su retórica más abierta, Obama responde a las sospechas de quienes decían que el "respeto" expresado por el proceso egipcio era en realidad demostración del acostumbrado apoyo a regímenes autoritarios en regiones complejas del planeta que Washington necesita mantener bajo control.
Algunos explicaron esa "indecisión" de la diplomacia estadounidense asegurando que retirarle el apoyo político a Mubarak podría afectar alianzas con gobernantes fuertes en otras partes de la región, sobre todo entre las monarquías del Golfo.
"Todas las razones para apoyar la continuación de Mubarak en el poder son irrelevantes ahora", dijo a la BBC Julie Taylor,
analista de la Corporación Rand, una empresa que realiza investigaciones políticas para gobiernos en el mundo entero.
"Una de ellas era qué clase de mensaje le enviaría a otros aliados árabes, cuánto pueden confiar en el apoyo estadounidense. Bueno, ese barco ya zarpó. Ellos han visto ya que cuando hay un fuerte movimiento democrático dentro del país, pone a EE.UU. en una posición muy difícil y que empezaremos a balbucear".
Presión militar
Mucho del trabajo diplomático, a veces el más efectivo, se realiza fuera de cámaras y a puertas cerradas, y no solamente involucra a los gobiernos sino con otros factores sociales.
Ellos (los aliados árabes de EE.UU.) han visto ya que cuando hay un fuerte movimiento democrático dentro del país, pone a EE.UU. en una posición muy difícil y que empezaremos a balbucear
Julie Taylor, Corporación Rand
En los contactos con El Cairo estuvo presente el Pentágono, que tiene una gran ascendente entre los militares egipcios gracias a la asistencia de US$1.300 millones que les entrega anualmente.
Cuando la semana pasada la comitiva de generales egipcios que debía participar en el encuentro anual entre mandos militares de ambos países tuvo que regresar a El Cairo, los estadounidenses negaron que hubieran enviado algún mensaje a sus paros egipcios.
Sin embargo, más que lo que digan los uniformados estadounidenses, la voz crucial en la definición de la situación en Egipto sigue siendo la de las fuerzas armadas de esa nación árabe.
"Me imagino que los generales egipcios y los generales estadounidenses probablemente tienen una manera similar de ver las cosas. Ambos entienden la realidad política de una manera similar (…) aunque pienso que el lado egipcio es el que más podía importarle a Mubarak, más que el estadounidense", dijo a BBC Mundo, Josh Stacher.
Con su mensaje de este martes, Obama dejó claro que el factor a observar en el proceso que se abre es el ejército y sobre todo la manera cómo maneje de ahora en adelante las manifestaciones que sigue siendo convocadas, particularmente todo la marcha que está prevista el viernes hasta el Palacio Presidencial.
Más allá de cómo se comporten con sus ciudadanos, al Pentágono le interesa mantener la estrecha colaboración con los militares egipcios, a los que el apoyo estadounidense ha convertido en la fuerza más poderosa del mundo árabe.
Viejo Condor
BBC Mundo (SIC)
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