Los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) anuncian que el mundo se enfrenta a una nueva crisis de alimentos.
Esta situación echa sus raíces en las malas cosechas producto de los últimos desastres naturales y en las especulaciones del trigo, que han desestabilizado el mercado hasta el punto que algunos productos alimenticios han superado ya los precios de 2008, cuando el mundo estaba sumido en plena crisis alimentaria. Sin embargo, los informes de la FAO pasan por alto que el problema más acuciante no consiste en la falta de víveres, sino en la ausencia de dinero para pagarlos por parte de muchos países cuya población ya pasa hambre.
La escalada de los precios del trigo comenzó en agosto de 2010, después de que Rusia suspendiera las exportaciones de este cereal. Los países en vías de desarrollo han sido los que más sufrieron con esta subida de los precios. Para finales de 2010, el precio de los productos importados a estos países habrá crecido hasta en un 11% y las previsiones indican que a se encarecerían hasta un 20% el año que viene, alcanzando hasta el 40% en el caso de ciertos tipos de alimentos.
Pero incluso sin esta alza de precios, la situación en el Tercer Mundo es mala. En estos momentos en el planeta hay unos 80 países afectados por la escasez en el abastecimiento de productos alimenticios; para 13 de ellos, como mínimo, el encarecimiento de los víveres podría constituir una verdadera tragedia.
La FAO no descarta que en 2011 se produzcan revueltas provocadas por el hambre
Sólo se vislumbra una salida: el aumento con carácter de urgencia de la producción de trigo y de otros alimentos imprescindibles. Esto provocará la reducción de los programas de obtención de combustible biológico que están en marcha en los países industrializados.
Técnicamente, estos planes son factibles, ya que todavía existe un gran margen para el aumento de la producción de cereales. En Rusia, por ejemplo, de los 121 millones de hectáreas de tierras laborables los sembradíos ocupan tan sólo 48 millones de hectáreas. Además, si se lleva a cabo una eficaz modernización de los procesos agrícolas, la productividad en el agro crecería entre un 20% y un 30%, incluso sin tener que ampliar las áreas cultivadas. Finalmente, la suspensión del programa de reserva de tierras agrícolas en Estados Unidos facilitaría al mercado mundial otros 100 millones de toneladas de trigo.
La crisis alimentaria de los años 2007-2008 puso de manifiesto que los productores de trigo pueden reaccionar de una manera extraordinariamente rápida al aumento de la demanda, si sus clientes son solventes, y este es un detalle que siempre se suele pasar por alto en la lucha contra el hambre. No es que falte la comida, lo que pasa es que, en muchas ocasiones, los países pobres se ven incapaces de pagarla. Se trata de un evidente antagonismo entre la economía y la esfera humanitaria.
Merece la pena resaltar que los programas de reserva de tierras en Estados Unidos y en los países de la Unión Europea, así como los de obtención de combustible biológico estuvieron determinados por una sobreproducción agrícola y, en primer lugar, de cereales. Una mayor ayuda gratuita a los países en dificultades, en la que sigue insistiendo la FAO, simplemente eliminaría los estímulos al desarrollo de la agricultura.
Una vez más sobre la inflación
Desde cierto punto de vista, el aumento de precios pronosticado por la FAO podría considerarse una buena noticia para los agricultores rusos. En cualquier caso, una mayor demanda les permitiría restablecer su posición, ahora débil, en el mercado internacional. Pero lo más importante es siempre una buena cosecha. El año que viene será en muchos aspectos decisivo para la agricultura rusa. Si la cosecha de trigo de 2011 resulta inferior a 80 millones de toneladas, esto, en opinión del presidente de la Unión Cerealista de Rusia, Arkadi Zlochevski, podría minar todo el sector de cerealero. El riesgo, sin embargo, parece mínimo: al menos los resultados de la siembra otoñal de cereales invitan al optimismo.
Sin embargo, lo que es bueno para los productores agrícolas nacionales, no siempre lo es para los consumidores. Las experiencias de los últimos años han demostrado que los productores, los especuladores y los vendedores aprovechan las condiciones ventajosas para conseguir un aumento de precios en el mercado interno. Los operadores del mercado y los funcionarios atribuyeron a ciertas tendencias globales la subida de precios de víveres en 2007-2008; hasta que se aclaró que los productos alimenticios en Rusia suben de precio con mucha mayor rapidez que en la mayoría de los países industrializados e incluso que en muchos países en vías de desarrollo.
Así que la escasez de productos alimenticios, con la que se tendrán que enfrentar en 2011 los países del Tercer Mundo, amenaza a Rusia con una nueva espiral de inflación en este sector.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Vlad Grinquévich
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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