Moscú, 26 de mayo, RIA Novosti. La segunda prueba nuclear efectuada por Corea del Norte hace descartable una solución militar en la península coreana, opinan dos expertos rusos entrevistados hoy por RIA Novosti.
"El reciente ensayo nuclear da por cerrada la variante militar en la solución del problema", manifestó Vladímir Yevséyev, colaborador del Centro de seguridad internacional adjunto al Instituto ruso de Economía mundial y Relaciones Internacionales.
Ya en la década del 90, EEUU reconoció que el uso de los métodos militares en Corea resulta inadmisible, pues causaría bajas enormes aparte de que Seúl está a muy poca distancia de la zona desmilitarizada, recordó por su parte Gueorgui Toloraya, jefe de programas coreanos en el Instituto de Economía anexo a la Academia rusa de Ciencias. La capital surcoreana, dijo, puede ser destruida con el fuego de la artillería, sin necesidad de usar armamento nuclear.
"Es necesario buscar una solución política al problema", subrayó al experto al agregar que lo importante es elaborar "un sistema de garantías de seguridad". Pyongyang, a su juicio, nunca suspenderá su programa nuclear, si no mejoran las relaciones con Washington. El presidente Barack Obama podría en principio salir al encuentro de Corea del Norte pero el estamento estadounidense, por razones ideológicas, jamás aceptará la idea de coexistencia con el actual régimen norcoreano, señaló.
Una de las soluciones posibles, en opinión de Yevséyev, sería aceptar la construcción de centrales atómicas en Corea del Norte siempre y cuando se retire desde su territorio el combustible nuclear usado. Rusia podría ayudar en ello aprovechando la experiencia que acumuló durante la construcción de una planta nuclear en Bushehr, en Irán.
Yevséyev se pronunció también por "reanimar el proyecto KEDO", grupo internacional de asistencia al desarrollo del sector energético en Corea que funcionó bajo los auspicios de Washington en los años 90, e implicar a Rusia en sus actividades.
Ambos expertos admitieron que la situación actual conlleva importantes consecuencias geopolíticas y beneficia en primer término a EEUU y sus aliados que planean desplegar un escudo antimisil en el Noreste Asiático, así como a los países regionales que aspiran a adquirir misiles y armas nucleares
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