Cuando la verdad y la justicia están invertidas el resultado es tiranía y guerra (Melanie Philips, “The World Upside Down”)
Desde la muerte de Hugo Chávez el discurso internacional había perdido brillo, carisma y simpleza basada en la realidad.
“La verdad y la integridad son palabras compuestas de letras muertas. Nadie sabe ahora lo que significan”, dijo sobre este vacío el ex secretario asistente del Tesoro norteamericano, Paul Craig Roberts. Sin embargo, la vida da sorpresas y cuando el mundo ya se había acostumbrado a las palabras sumisas y entreveradas, el planeta quedó sorprendido por el discurso directo y sin ambages del presidente de Rusia, Vladímir Putin en el XI Reunión del Club Internacional de Discusión Valdái (Sochi, Rusia) a la que asistieron 108 expertos, historiadores y analistas de 25 países.
Sin rodeos y preámbulos, el presidente ruso expuso la verdad simple y llana sobre lo que está pasando en el actual sistema mundial que cada vez se muestra más “debilitado, fragmentado, deformado” y alejado de las nuevas realidades. Señaló a los Estados Unidos que al sentirse ganador de la Guerra Fría creó “condiciones para un agudo y profundo desequilibrio” internacional. Remarcó que en la “situación cuando estamos frente a la dominación por un país y sus aliados o sus satélites, entonces la búsqueda de las soluciones globales es convertida en un intento de imponer sus propias recetas universales”.
Ya era hora para que Rusia expusiera abiertamente su rechazo a las condiciones que está tratando de imponer el “Gran Patrón” o el “Hermano Mayor” para el crecimiento de la anarquía global “cuando la seguridad de cada país depende de la cantidad de bombas que tiene este país”. Siguiendo la consigna de George Orwell: “la Guerra es La Paz”, Washington “declaró abiertamente su derecho de usar su fuerza militar unilateralmente en cualquier lugar del mundo para proteger sus intereses”, lo afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
Convencido de la situación excepcional de Norteamérica, que supuestamente fue otorgada al país por Dios, la Historia y el Destino y seguro de tener la “mejor fuerza de combate que el mundo alguna vez haya visto”, Barack Obama, guiado por sus asesores halcones como Samantha Powers, Susan Rice, Victoria Nuland, Rahm Emanuel, Zbigniew Brzezinski y muchos otros decidió, después de orquestar el golpe de Estado neonazi en Ucrania, echarle el ojo a Rusia. Y no es nada nuevo en esto pues desde el Siglo XVIII Occidente no puede dormir tranquilo sabiendo que un dos por ciento de la población mundial controla el 20 por ciento de los recursos naturales del planeta.
Para poner en marcha su plan de sumisión de Rusia, Washington, irritado por el famoso discurso de Putin sobre Crimea pronunciado el 18 de marzo pasado, decidió castigar a Moscú haciendo abaratar el precio de petróleo. Al comienzo de abril de este año Irak aumentó súbitamente la exportación del oro negro que en 85 por ciento es controlado por EEUU, Gran Bretaña, Francia, Japón, Canadá y Holanda, a 2,2 millones de barriles diarios. La idea que el mercado define el precio de petróleo es una ilusión pues actualmente el valor de todos los recursos energéticos es establecido por Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Citigroup y Morgan Stanley que son sus principales especuladores.
A la vez, los medios de comunicación globalizados empezaron una abierta guerra mediática contra Rusia acusando a este país de ser responsable de lo que sucedió en Ucrania, atribuyéndole inclusive la autoría del propio Maidan y señalándolo como un potencial agresor que hace poner en peligro la seguridad de los países de la Unión Europea, especialmente la de sus vecinos del Mar Báltico.
Para los gobiernos de Washington y Bruselas, que estuvieron detrás de aquella avalancha mediática contra Rusia, la desinformación esgrimida por los periodistas globalizados fue pretexto suficiente para empezar una agresiva y cada vez más creciente campaña de sanciones económicas y financieras contra Rusia. Utilizaron la misma consigna de Richard Nixon aplicada a Chile de Salvador Allende: “hacer chillar la economía del país rebelde”. Lo que olvidaron es que Rusia no es Chile, sino una potencia nuclear y Putin no es Salvador Allende dubitativo en tomar decisiones. El reciente discurso de Putin en el fórum Valdái lo ha demostrado.
El presidente Obama, acostumbrado a la obediencia de sus satélites incondicionales europeos, no pudo disimular su irritación y debilidad. Señaló a Moscú como “uno de los peligros, junto con el virus Ébola y el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), que amenazan la seguridad del planeta”. La presente guerra mediática contra Rusia está acompañada también, según el periodista de The International Forecaster, Jamas Corbeett por el “terrorismo mediático” en los países occidentales para cundir el pánico debido a la propagación del Ébola y mantener a su pueblo atemorizado. Por algo dijo alguna vez el famoso historiador norteamericano, Howard Zinn que el “mayor problema de Estados Unidos es obediencia civil” y la misma conclusión es válida también para los países de la Unión Europea.
Resulta que los medios de comunicación globalizados, según el libro del periodista alemán Udo Ulfcotte, “Gekaufte Journalisten” (Periodistas Comprados), “la cooperación del “Cuarto Poder” con los servicios de inteligencia, organizaciones transatlánticas, bancos, corporaciones y multimillonarios constituye la “Quinta Columna”. Ulfcotte confesó que “fue educado para mentir, traicionar y no decir la verdad al público” y lo hizo durante 25 años. Declaró que “no es correcto lo que hice en el pasado manipulando la gente, hacer propaganda contra Rusia y no es correcto lo que mis colegas están haciendo y lo que hicieron en el pasado, porque están comprados para traicionar a la gente”. En las últimas páginas de su libro dijo tener “miedo a una nueva guerra en Europa. Siempre hay gente que promueve la guerra y no sólo los políticos sino los periodistas también”. Atreverse a decir la verdad le ha costado caro a Udo Ulfcotte, se ha convertido en el blanco de la prensa globalizada y ya sufrió tres ataques al corazón.
Mientras tanto Barack Obama sigue adelante, no solamente con la retórica de la guerra fría sino repite las acciones de sus predecesores de aquella época. Recientemente ordenó a la 4 División de Infantería con sede en Colorado participar en las maniobras de la OTAN en Alemania bajo el nombre “Resolución Combinada” para “detener la agresión rusa”. En los años 1970 y 1980 se hacían los mismos ejercicios militares bajo el nombre “Reforger” para preparar a los soldados para una posible guerra contra la Unión Soviética. Por supuesto que el complejo militar industrial norteamericano estará de fiesta. En 2013, EEUU vendió armas por 66.3 mil millones de dólares y este año la ganancia será mucho más grande con la ayuda mediática que, usando la técnica llamada por el profesor James Tracy “Ingeniería del Consentimiento”, convencerá al sumiso pueblo norteamericano de la necesidad de aumentar los gastos militares pues “the Russians are Coming” (Ya Vienen los Rusos).
El 27 de setiembre pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov advirtió en las Naciones Unidas que “EEUU y la OTAN están arriesgando una guerra global” olvidándose lo que pasó a Napoleón, a Hitler y a sus respectivos países. Dijo que “posiblemente el tercer intento de conquistar y subyugar a Rusia podría llevar no solamente a la guerra que incluirá grandes territorios del mundo sino podría terminar en el último declive del capitalismo, un sistema económico basado en el imperialismo”.
El famoso poeta soviético Rasul Gamzatov nacido en Daguestán escribió alguna vez que “Si disparas al pasado con el revólver, el futuro te disparará con el cañón”. ¿Lo entenderá Barack Obama y sus iluminados globalizadores? ¿Volverá a caer el pueblo norteamericano en sus cuentos? Quién sabe.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Vicky Pelaez
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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