Los productores rusos y latinoamericanos están entusiasmados con las contramedidas que Rusia adoptó en respuesta a las sanciones impuestas por Occidente a causa de la crisis en torno a Ucrania. Mientras, los expertos temen un aumento de los precios de los alimentos, escribe Nezavisimaya Gazeta.
Las restricciones a las importaciones que Rusia impuso por un año abarcan carne, ave, pescado, verduras, frutas y lácteos de la UE, EEUU, Canadá, Australia y Noruega. Ahora algunos diputados rusos insisten en ampliar la lista incluyendo en ella bebidas alcohólicas y tabaco.
Según el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, esa decisión, que resultó difícil de tomar, podría contribuir al desarrollo del mercado interno ruso. Aseguró que el Gobierno asignará al sector agrícola nacional unos 50.000 millones de rublos (1.385 millones de dólares).
Señaló también que las autoridades se opondrán a cualquier intento de especular sobre los precios de los alimentos. Mientras, el Ministerio de Agricultura de Rusia aseguró que el país podrá reemplazar con facilidad las importaciones europeas –que en el caso de carne de cerdo, pescado y frutas superan el 10% del consumo nacional- con mercancías de América Latina, Turquía, Israel o exrepúblicas soviéticas.
Los productores rusos consideran que son capaces de sustituir las importaciones y descartan que la decisión del Gobierno pueda provocar carencias. Los distribuidores, por su parte, dicen que las estanterías de los supermercados no quedarán vacías pero advierten de que necesitan un par de meses para reestructurar los suministros.
A la vez, latinoamericanos ya se preparan para aumentar las exportaciones a Rusia. Brasil está dispuesto a reemplazar por completo los suministros de pollo estadounidenses además de proponer carne de cerdo y vaca. Ecuador quiere aumentar los envíos de lácteos, al igual que Chile que también ofrece al mercado ruso frutas, carne y pescado.
Mientras, los europeos evalúan sus pérdidas. Según el embajador de la UE en Moscú, Vigaudas Usackas, se elevarán a unos 12.000 millones de euros.
Sin embargo, los discursos de los funcionarios y empresarios rusos transmiten también inquietud sobre todo por el eventual aumento de los precios. El ministro de Agricultura de Rusia, Nikolái Fiódorov, se apresuró a asegurar que podría suceder sólo a un corto plazo. Otros dijeron que la producción nacional será de mayor calidad, por lo tanto un crecimiento es justo.
Los expertos también temen que los precios se disparen. Pável Trunin, del Instituto Gaidar, indicó que es poco probable que las autoridades consigan retener la inflación a largo plazo.
“Durante un tiempo la oferta se irá reduciendo y los precios, creciendo. La inflación se podrá detener solo a condición de garantizar la regularidad de los suministros. Pero es poco probable”, cree Vladímir Bessónov, de la Escuela Superior de Economía al añadir que prohibir el aumento de los precios resultaría contraproducente.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
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