El desenlace de las catástrofes humanitarias
La
hambruna mundial es un tema que no figura en ningún debate prioritario de discusión
internacional, sencillamente, porque el pobre, el hambriento, no es mercancía
rentable, está fuera del circuito del consumo y no genera dividendos. En el
desenlace de este proceso de catástrofe humanitaria (con concentración de
riqueza en pocas manos y exterminio de "población sobrante") se incuban las
bases y el detonante de un "Apocalipsis social" que el sistema y sus analistas
todavía no registran ni prestan atención.
|
Mientras las potencias centrales discuten
multimillonarios programas de salvamento financiero para sus Estados, y florecen
los súper millonarios y la concentración de riquezas en pocas manos, se extiende
la pobreza mundial y en el llamado Cuerno de África —Somalia, Kenia y Etiopía—
se vive una grave hambruna que, según la ONU, tiene en riesgo la vida de
cerca de 10 millones de personas. No obstante, nadie habla de esta
catástrofe humanitaria.
La cronología así lo demuestra: en 1967 la guerra y el hambre causaron en Biafra un millón y medio de víctimas. Un año después, el turno fue para los países que conforman el llamado “cinturón del hambre”, con cerca de un cuarto de millón de fallecidos.
La cronología así lo demuestra: en 1967 la guerra y el hambre causaron en Biafra un millón y medio de víctimas. Un año después, el turno fue para los países que conforman el llamado “cinturón del hambre”, con cerca de un cuarto de millón de fallecidos.
La
lista nunca se detuvo, afectando en especial a Senegal, Malí, Mauritania,
Guinea, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Yibuti, Eritrea y
Sudán, y tres de estos países están hoy en el ojo del huracán. Una funcionaria
de Unicef, Mia Cox, escandalizada ante la impavidez de la comunidad
internacional, alertó sobre lo que denomina como el "hambre, un tsunami
silencioso".
Según la ONU, con "menos del 1%" de los
fondos económicos que han utilizado los gobiernos capitalistas centrales para
salvar al sistema financiero global (bancos y empresas que han desatado la
crisis económica), se podría resolver la calamidad y el sufrimiento de miles de
millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que son víctimas de
la hambruna a escala mundial.
¿Y porqué no se hace? Por una razón de fondo:
Los pobres, los desamparados, la "población sobrante", no son un "producto
rentable" para el sistema capitalista.
La ONU viene advirtiendo que el hambre aumentó
"significativamente" y ha batido un récord en los tres últimos años.
En un primer capítulo, en el 2008, y a causa del aumento de los
precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los
alimentos que incrementó el proceso de hambruna que padecen habitualmente
las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina.
En un segundo capítulo, con el desarrollo de la crisis recesiva
global, ese proceso se agudizó arrojando a más población desposeída a la
marginalidad y a la carencia de alimentos para subsistir aunque sólo sea a
escala precaria.
Según la ONU, en el mundo ya hay más de 1.000 millones de personas
que padecen hambre crónica, la cifra más alta de la historia, y en todo el
planeta hay más 3.000 millones de pobres y desnutridos, lo que representa
casi la mitad de la población mundial.
Los datos fueron difundidos casi al mismo tiempo por la directora del
Programa Mundial de Alimentos (PMA), n Londres, y el relator especial de la ONU
sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, en un foro en
México.
La directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran, cifró la cantidad de hambrientos, es decir, personas que no acceden ni siquiera a los requerimientos básicos de alimentación, en 1.020 millones, y advirtió que el flujo de ayuda humanitaria está en "un mínimo histórico".
La directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran, cifró la cantidad de hambrientos, es decir, personas que no acceden ni siquiera a los requerimientos básicos de alimentación, en 1.020 millones, y advirtió que el flujo de ayuda humanitaria está en "un mínimo histórico".
Hay que aclarar, a modo de ejemplo, que los US$ US$ 6.700 millones
del programa para "combatir el hambre mundial", equivalen solamente a un 10%
de la fortuna personal de Bill Gates, el hombre que encabeza la lista de
millonarios a escala global.
La directora del PMA remarcó que, con "menos del 1%" de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver la calamidad de millones de personas que son víctimas de la hambruna.
La directora del PMA remarcó que, con "menos del 1%" de las inyecciones económicas que han hecho los gobiernos para salvar al sistema financiero global, se podría resolver la calamidad de millones de personas que son víctimas de la hambruna.
Según el director general de la Organización para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) de Naciones Unidas, Jacques Diouf, la ausencia de los líderes
políticos de los países ricos en las reuniones de la Cumbre Mundial sobre
Seguridad Alimentaria revela que "el problema del hambre no es una prioridad
para los países más ricos".
En 2009, durante una cumbre por el hambre, el director de la FAO
contó seis segundos en un spot publicitario y agregó: "Un niño ha muerto de
hambre en el mundo". En el día de la asamblea mundial contra el flagelo, 17
mil personas murieron de hambre, añadió.
Además, aseguró que "con 44.000 millones de dólares, se resolvería
el hambre en el mundo". Esa cifra equivale al 66% de la fortuna de Bill
Gates, el primer millonario del planeta. O sea que, si el bueno de Bill se
quedara con 16.000 millones de dólares y donara el resto a la FAO, los
hambrientos del mundo comerían.
En las cumbres sobre el hambre, salvo los discursos, nadie pone una
moneda para paliar la hambruna que devasta a más de mil millones de habitantes
de la Tierra. ¿Locura?, ¿Absurdo?, ¿Canibalismo de la propia especie? Nada de
eso: Planeta regido por el sistema capitalista y falta de motivación para
invertir en el "producto hambre". Invertir en el mercado de la pobreza no
genera rentabilidad empresarial y resulta un pasivo cada vez más intolerable
para los gobiernos.
Controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de
su condición de "bien social", el agua potable y los alimentos se convierten en
mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación financiera,
convirtiéndose en la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que
ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta.
Según la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan
actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar
número de mega empresas controlan el mercado internacional del agua
potable.
En la realidad, la fuente y producción de alimentos y la
industrialización del agua potable está fuera de la órbita del control estatal
de los gobiernos.
Esos recursos esenciales para la supervivencia humana están
supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de
corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y
tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear
de EEUU y las superpotencias.
En este contexto, se plantean diversos escenarios de guerras
futuras por el control de las fuentes de estos recursos estratégicos
esenciales para la existencia humana.
En el actual escenario, la confluencia de la suba del precio del
petróleo y de los alimentos, combinados con la especulación financiera y los
conflictos políticos y militares en las zonas calientes del planeta (como África
y Medio Oriente) alimenta un cóctel explosivo cuyo desenlace a nivel planetario
nadie puede prever o estimar.
El Apocalipsis social
En este escenario, y dentro de los parámetros funcionales del sistema
capitalista (establecido como "civilización única") la "población sobrante"
(los desposeídos y famélicos de la tierra) son las masas expulsadas del
circuito del consumo como emergente de la dinámica de concentración de riqueza
en pocas manos.
Estas masas desposeídas, que se multiplican por las periferias de
Asia, África y América Latina, no reúnen los estándares del consumo básico
(supervivencia mínima) que requiere la estructura funcional del sistema para
generar rentabilidad y nuevos ciclos de concentración de activos
empresariales y fortunas personales.
Por una estricta valoración de la ecuación "costo-beneficio"
capitalista esos seres desposeídos ya fueron abandonados a su suerte y
condenados a muerte sin juicio previo. Y el Apocalipsis social ya no es
una teoría conspirativa
Pero de esta cuestión estratégica, vital para
la comprensión de la crisis global y de su impacto social masivo en el
planeta, la prensa internacional no se ocupa. Los medios locales e
internacionales están ocupados en dilucidar como la crisis produce la
disminución de las fortunas de los ricos y la pérdida de rentabilidad de las
empresas.
Tanto el "milagro asiático" como el
"milagro latinoamericano" (del crecimiento económico sin reparto social) se
construyeron con mano de obra esclava y con salarios en negro. Esto lleva a
que, al caerse el "modelo" por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de
la crisis social emergente con despidos laborales en masa se vuelque en esas
regiones.
Además, esa masas expulsadas del circuito del consumo, requieren
(para darle una pantalla "compasiva" al sistema) de una estructura
"asistencialista" compuesta por la ONU y las organizaciones internacionales que
representan una carga y un "pasivo indeseable" en los balances de gobiernos y
empresas trasnacionales a escala global.
Durante las crisis (como la que hoy vive el sistema capitalista) las
empresas y bancos preservan sus rentabilidad "achicando costos".
Y las primeras víctimas, las variables de ajuste, son las
masas asalariadas y los sectores más vulnerables de la sociedad que pagan la
crisis de los ricos con despidos y reducción de sus salarios, mientras que los
sectores más desprotegidos sufren el impacto directo de los recortes de los
planes sociales y de ayuda a la pobreza de los gobiernos.
Quien trate de quitarles el control de los recursos esenciales a las
empresas y bancos trasnacionales, antes deberá derrotar al poder militar nuclear
de EEUU y de las potencias aliadas de la Unión Europea, gendarmes y reaseguros
políticos de las corporaciones capitalistas que han convertido el planeta en una
economía de enclave al servicio de la rentabilidad privada.
Dentro de esta ecuación (de un sistema de producción mundial solo
orientado a la búsqueda de rentabilidad) se desarrollan dos efectos inversamente
proporcionales: Un crecimiento récord de las fortunas personales y de los
activos empresariales capitalistas, y un crecimiento récord (como
consigna la ONU) de los pobres y hambrientos que ya alcanzan la mitad de
la población mundial.
En el desenlace de este proceso (de concentración de riqueza con
"población sobrante") se incuban las bases y el detonante de un "Apocalipsis
social" que el sistema y sus analistas todavía no registran ni prestan
atención.
Es un dilema que no figura en ningún debate ni discusión
internacional, sencillamente, porque el pobre, el hambriento, no es mercancía
rentable, está fuera del circuito del consumo y no genera dividendos.
Y el desenlace, no es profético sino matemático: ¿Qué va a pasar
cuando la mitad de la humanidad que no come avance sobre sus
verdugos?
La plaga del hambre que ya se extiende como una epidemia por las
áreas empobrecidas del planeta genera las condiciones para un "Apocalipsis
social".
Casi la mitad de la población del planeta
-según la ONU- sobrevive en estado de pobreza o
por debajo de la escala de supervivencia, sin
satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
No hace falta mucha imaginación (el fenómeno ya se verifica en la
realidad) para mensurar el factor apocalíptico masivo que representaría para el
sistema el avance de ejércitos de hambrientos buscando comida para
supervivir en las grandes urbes, enfrentando con la violencia a la represión
militar o policial.
¿Qué puede detener a un hambriento? ¿Que puede perder un
hambriento más allá de su vida que ya casi ni la tiene? Se trata del instinto de
conservación, el primer sistema de señales que guía la conducta de un ser humano
o de un animal en situaciones extremas de lucha por la supervivencia.
¿Acaso se utilizarían tanques, aviones y arsenales nucleares para
detener a los miles de millones de pobres atacados de "hambre celular"
que se abalanzarían masivamente sobre las ciudades para conseguir alimentos por
los medios que fuesen?
¿Con qué discurso los políticos del sistema podrían contener a los
atacados de incontinencia alimentaria y reencauzarlos por la senda de la
"civilización" y de la "gobernabilidad democrática"
capitalista?
¿Cuánta propiedad privada concentraría un "empresario" capitalista
antes de que las multitudes de hambrientos saqueen su casa y destruyan todo lo
que encuentran a su paso, incluso su vida y la de su familia?
¿Cuántas balas o misiles alcanzarían a disparar las tropas militares
antes de ser destrozadas por las multitudes enfurecidas por el hambre y la
reacción instintiva de la búsqueda de supervivencia a cualquier
costo?.
No se trata de una revolución racional y planificada para la toma del
poder político, se trata de la "barbarie" en su escala primitiva, una regresión
al hombre prehistórico, sin ningún molde de "civilización" o de "convención
social" que lo contenga en su búsqueda de alimentos para supervivir en la
inmediatez.
Se trata, en última instancia, de una reacción inconmensurable de la
masa de "población sobrante", que el estúpido, irracional y criminal sistema
capitalista todavía no registra.
Viejo Condor
IAR (SIC)
Manuel Freytas
No hay comentarios:
Publicar un comentario