Por sus altísimo
potencial formador y orientador de conducta social a escala masiva (conseguido a
través de la manipulación informativa) los medios de comunicación se han
convertido en la columna vertebral de las estrategias de dominio del sistema
capitalista a escala global. El papel que van desarrollar en la crisis social
que se avecina.
A) Los dueños de las "noticias"
La
función esencial de la empresa mediática (los medios de comunicación) se
define esencialmente por la manipulación informativa orientada hacia el
control de la "opinión pública", pero sus objetivos no son sociales ni
desinteresados como describe la mitología de la "objetividad
periodística".
Las famosas banderas "éticas" del
periodismo: imparcialidad, objetividad, libertad de expresión, no son nada más
que mitos encubridores del multimillonario negocio mediático que moviliza
a diario el mercado de la información a escala global.
El proceso de fabricación y distribución de
la información, no está motivado por la necesidad de "informar" sino por la
necesidad capitalista de vender noticias (el producto).
Para ello los medios (al igual que cualquier
empresa capitalista) generan necesidades masivas de consumo en la
sociedad (el mercado), y trazan estrategias informativas destinadas a favorecer
su crecimiento empresarial y posicionarse para competir con éxito en el mercado
(la búsqueda de ganancia).
En primer lugar, la información es una
mercancía destinada a producir rentabilidad económica como cualquier otro
producto comercial en oferta en el mercado capitalista.
En términos funcionales (y más allá de la
leyenda que se fabrican a su alrededor) las empresas periodísticas no están
guiadas por fines sociales sino por la búsqueda del lucro
económico.
En segundo lugar, y por el carácter
estratégico de la función comunicacional que desarrollan (desde el punto de
vista de la preservación de la "gobernabilidad" del sistema) los medios son
herramientas claves para el control (y/o manipulación) de los procesos
económicos, políticos y sociales.
Los medios de comunicación (al contrario de
lo que pregonan sus mitificadores) no practican la "objetividad informativa" ni
la independencia editorial por dos razones prácticas principales:
A) Son empresas que no funcionan con
objetivos sociales sino con objetivos comerciales sujetos a ley de la
búsqueda de rentabilidad capitalista.
B) Su dependencia estructural al sistema
de poder económico que controla todos los resortes de la producción, las
finanzas y el comercio internacional, por encima de los países y a escala
planetaria.
El accionar de los grandes conglomerados
mediáticos (tanto a nivel local como internacional) no está orientado -como se
quiere hacer creer- a servir al innterés de la sociedad sino a servir al
interés de los grupos económicos y políticos dominantes que constituyen
su mayor fuente de financiación y rentabilidad comercial.
El poder (tanto en los países centrales como
periféricos del sistema capitalista "globalizado") sólo invierte dinero
en los medios a cambio de una contraprestación de servicios.
En el negocio de la información, como
en cualquier emprendimiento comercial, los medios sólo trabajan para quien paga
(o puede pagar) por sus servicios "informativos".
Así como las grandes corporaciones económicas
fijan las reglas del mercado y forman los precios, las grandes corporaciones
mediáticas fijan las reglas y determinan a diario (a través de la cartelización
monopólica) lo que "es noticia" y lo que "no es noticia" en el mercado de
la información a nivel local e internacional.
La "valorización" de las noticias
difundidas a escala masiva no está determinada por la búsqueda del
conocimiento o de la compresión de los procesos económicos, políticos y
sociales, sino por la búsqueda de ganancias o por la defensa de intereses
puntuales del sistema (corporativo) del cual extraen el fuerte de su
rentabilidad comercial.
Además de las ventas al público y de las
suscripciones, el grueso de la rentabilidad comercial del gigantesco y
multimillonario negocio de los monopolios periodísticos, se nutre principalmente
de dos fuentes de financiación:
A) Los grandes grupos económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
A) Los grandes grupos económicos concentradores de la economía y del comercio exterior.
B) El Gobierno y los grupos políticos del Estado capitalista (tanto centrales como periféricos).
La gran tajada de rentabilidad de los
conglomerados mediáticos es aportada por los grandes consorcios bancarios,
industriales o de servicios, que conforman la porción mayoritaria de la
"torta" publicitaria pautada comercialmente en los monopolios de la
información.
La relación comercial que las empresas
mediáticas mantienen con gobiernos y organizaciones políticas (tanto en los
países centrales como periféricos del sistema) se establece en dos niveles
funcionales:
1) La publicidad institucional
(oficial) que los gobiernos pautan en los medios de la corporación mediática a
los fines de publicitar su gestión y generar consenso electoral entre los
diferentes grupos sociales.
2) Las pautas publicitarias o las
diferentes vías de negociaciones en negro que los operadores comerciales de
los consorcios mediáticos (hegemonizadores y formadores de las "noticias
diarias") establecen con los políticos y partidos con el objetivo de
instrumentar operaciones de prensa en contra de sus competidores, o en contra
del propio gobierno, durante las campañas electorales.
Esta relación de "supervivencia mutua"
con el establishment de poder (agregada a su función manipuladora y orientadora
de conducta social masiva) convierte a los grandes conglomerados mediáticos en
una herramienta estratégica clave para el control y orientación de los procesos
económicos, políticos y sociales que los tienen como protagonistas claves.
B) El nuevo
ejército represivo
Su altísimo potencial orientador y
generador (a través de la manipulación informativa) de conducta social a
escala masiva convirtió a la corporación mediática en un instrumento
irreemplazable para el dominio del sistema capitalista tanto en los países
centrales como periféricos.
La condición esencial para el funcionamiento del Estado capitalista
(tanto en América Latina como en el resto del mundo) se resume en tres factores:
Estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz
social".La
"estabilidad económica" garantiza el funcionamiento ordenado de la
explotación (y los negocios) capitalistas, y la "paz" es el sostén de la
"gobernabilidad" del sistema a escala global. Cuando (a causa de algún
conflicto de orden social, político o económico) se altera alguno de estos tres
parámetros, el sistema activa inmediatamente mecanismos de supervivencia para
recuperar el control político y social.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Esas tres condiciones son básicas para que el "sistema" (la estructura funcional) de los negocios y la rentabilidad capitalista funcionen sin interferencia y no se alteren las líneas matrices de la propiedad privada y concentración de riqueza en pocas manos.
Cuando por alguna razón se altera alguno de
estos tres factores, el sistema entra en crisis, y debe generar inmediatamente
alternativas para preservar su supervivencia.
Por ejemplo en Latinoamérica, durante la
Guerra Fría por aéreas de influencia con la URSS, cuando la "subversión
comunista" (la guerrilla revolucionaria) amenazaba con la ruptura de la
"estabilidad económica", la "paz social" y la "gobernabilidad", las
corporaciones trasnacionales y el Departamento de Estado activaban un golpe
militar con represión para restablecer el "orden".
Luego de la sustitución del dominio "duro"
(militar) por el dominio blando (democrático) tras la caída de la URSS, el fin
de la Guerra Fría y la desaparición de la lucha armada revolucionaria, los
métodos del control político y social para preservar la "gobernabilidad" del
sistema ya no son militares sino psicológicos.
El desarrollo tecnológico e informático de la era de las
comunicaciones, la globalización del mensaje y las capacidades para influir en
la opinión pública, convirtieron a las operaciones de acción psicológica
mediática en un arma estratégica de importancia clave para el control
político y social.
La etapa de la "colonización de las sociedades" con el
consumo de productos, comenzada en la década del 60, posibilitó la era de
la "colonización mental" con el consumo de información
perfeccionada con el advenimiento masivo de Internet y de las comunicaciones
globalizadas en la década del 90.
Manipular, controlar, y convertir al individuo-masa en potencia
social direccionado con fines de control y dominio político-social es el
objetivo estratégico clave de la Guerra Psicológica desarrollada en los
medios masivos de comunicación.
La represión ya no se ejercita en forma de
acción militar (suprimir y/o neutralizar al enemigo en forma física) sino
por vía de la acción psicológica (captación de la voluntad y manipulación
de conducta colectiva).
A diferencia de los ejércitos militares, el
ejército mediático no hiere ni mata para reprimir, sino que aísla y demoniza
socialmente a los grupos que utilizan metodologías de lucha social que
perjudican la "estabilidad" (o sea, la rentabilidad) del sistema capitalista.
Los objetivos del control social ya no se
sitúan en un plano visible y con presencia de brutalidad militar, sino en un
plano invisible y sin presencia de aparatos armados: La represión militar
(orientada a preservar la "gobernabilidad" del sistema) fue sustituida por
la represión psicológica mediática (que orienta conducta social masiva en
la defensa de la "gobernabilidad" del sistema).
El dominio por medio de la represión militar
-utilizado por las antiguas dictaduras digitadas por Washington- fue sustituido
por las campañas masivas de acción psicológica mediática orientadas a que
la sociedad legitime ese dominio en las urnas.
"Miro la televisión y luego existo": El axioma elemental del
humano convertido en un microchip programado por las trasnacionales
capitalistas de la información.
Cuando el sistema capitalista trasnacional, por medio del mensaje
televisivo consumista, niveló un "modelo único de pensamiento" a escala
global, sentó las bases psicosociales para el control político-ideológico
por medio de la información periodística manipulada por operaciones psicológicas
.
El individuo-masa, o Alienado Programado (AP) fabricado por la TV, se
desarrolla en la primera fase de las operaciones
psicológicas-mediáticas-publicitarias imperiales orientadas a imponer la
sociedad de consumo capitalista en las áreas dependientes del Tercer
Mundo, a fines de la década del 50, y experimenta su máximo nivel de desarrollo
con el advenimiento de la era de las comunicaciones informáticas
globalizadas a fines de los 90.
El Alienado Programado (AP) es el prototipo de "hombre
universal" modelado por las políticas niveladoras consumistas impuestas por
las trasnacionales capitalistas a escala planetaria.
El AP de la era informática rompe definitivamente con la matriz
cultural del viejo "Estado nacional" y se proyecta como un microchip nivelado
del nuevo "Estado trasnacional" de las corporaciones capitalistas que han divido
el mundo en "gerencias de enclave".
El AP no está programado para pensar (desarrollo reflexivo)
sino para consumir productos capitalistas por medio de consignas (eslóganes)
y de imágenes sin ninguna relación entre sí.
Sus emociones y pensamientos (programados por el mensaje televisivo)
duran y se terminan con las imágenes en la pantalla: El AP es el hijo de la
"patria televisiva" nivelada mundialmente como primer "agente
socializador" en reemplazo de la familia, la escuela y las tradiciones
culturales de su lugar de nacimiento.
Mediante la manipulación y direccionamiento de conducta por medios
psicológicos el individuo-masa se convierte en "soldado cooperante" de los
planes de dominio y control social establecidos por el capitalismo
trasnacional y la potencia imperialista regente.
Es a la vez, víctima y victimario, de las operaciones
psicológicas, ya que se convierte en una célula trasmisora tanto de planes de
consumismo capitalista como de planes de control y represión social manipulados
sin el uso de las armas.
C) La nueva lógica represiva
Quien observe atentamente el mapa político y
social tanto de los países centrales como de los periféricos, podrá comprobar
que el uso de la represión policial y militar de los (hoy reducidos y escasos)
conflictos sociales y sindicales es mínima y solo se la utiliza en casos
extremos.
Y eso tiene una explicación: Los gobiernos
del mundo (técnica y funcionalmente, gerencias de enclave de los bancos y
corporaciones trasnacionales) no se mueven dentro de un esquema militar
(el viejo sistema de dominación) sino dentro de un esquema
político-democrático (el nuevo sistema de dominación).
Por lo tanto, si caen en la tentación de
reprimir policialmente, la corporación mediática les arroja la sociedad en
contra calificándolos de "represivos y violentos".
Los gobiernos que cometen el error de
reprimir militarmente son inmediatamente rechazados por la sociedad masivamente
nivelada en la condena a " toda forma de violencia", más allá de sus
contenidos.
De la misma manera que en la década del
setenta, los medios de comunicación utilizaban la figura del "subversivo"
(como expresión de demonización social justificatoria de la represión
militar), hoy utilizan la figura del "violento social" para aislar,
deslegitimar y condenar socialmente las luchas sindicales y sociales que atentan
contra la "estabilidad económica", la "gobernabilidad" y la "paz social" del
sistema.
De esta manera, y a la luz del crecimiento
desmesurado a nivel global de los activos empresariales y de las fortunas
personales (con su contracara de pobreza y exclusión social masiva) se verifica
aquel axioma que expresa que "la paz es el negocio del
dominador".
Y prueba la efectividad de las técnicas
mediáticas para controlar las protestas sociales y sindicales con la lógica
represiva de la "antiviolencia" predominando sobre las razones de los
reclamos.
No importa que el que corte ruta sea un
hambriento o un desocupado (en el mundo hay 1000 millones de hambrientos y más
de 2000 personas que viven por debajo de las necesidades básicas), la opinión
pública está masivamente "adoctrinada" (por los medios de comunicación y sus
conductores) para rechazar (sin ningún análisis de las causas) las huelgas y los
cortes de ruta que generan "violencia social".
Así como durante las dictaduras militares se
demonizaba al "subversivo" para descalificar su proyecto de cambio del sistema
capitalista por otro más justo, a los que ahora hacen huelga y cortan rutas se
los demoniza como "violentos" para deslegitimar las luchas sociales por
un mejor reparto de la riqueza.
En términos concretos (y disfrazados de
servidores públicos de la comunicación social), los consorcios mediáticos que
realizan el control político y social (en sustitución de los militares) son
auxiliares complementarios de la "Justicia" (del sistema) en la tarea
represiva, y el sujeto a reprimir ya no es el "subversivo comunista" sino el
"violento social".
En este escenario, las fuerzas policiales y
militares tienen como función principal: disuadir antes que reprimir,
para preservar a su vez, los acontecimientos que pudieran desbordar y alterar la
"paz social" del sistema.
Es así que el gobierno que decide utilizar la
fuerza policial o militar, también pierde inmediatamente legitimidad política y
apoyo social, tarea de la que se encargan los propios medios de comunicación,
cuya misión es preservar el "sistema democrático" (de dominación capitalista) en
los parámetros establecidos de la "estabilidad económica, la "gobernabilidad
política" y la "paz social".
D) El control en la
crisis
Hoy, la ecuación que resume la supervivencia
del sistema capitalista (estabilidad económica, gobernabilidad política y "paz
social") se encuentra claramente amenazada por una "crisis global" resumida en
tres escenarios: Crisis financiera recesiva mundial, quiebre de empresas, y
despidos laborales cada vez más masivos.
El resultante de ese proceso, por lógica
interacción, amenaza con romper la "estabilidad económica", la "gobernabilidad
política" y la "paz social" mediante procesos de protestas y conflictos
encadenados que comienzan a extenderse desde los países centrales a las
áreas emergentes y subdesarrolladas del mundo capitalista
"globalizado".
El quiebre de la "paz social", que
podría llegar a desarrollarse a escala planetaria (con el consecuente quiebre de
la "estabilidad económica" y la "gobernabilidad política") coloca al sistema
capitalista ante la alternativa de reprimir los conflictos y las protestas
sociales que comienzan a extenderse desde Europa a todo el
planeta.
Pero el sistema se enfrenta a una disyuntiva:
El actual esquema de dominación y explotación capitalista mundial, ya no se rige
por la doctrina militar setentista de la "seguridad nacional" sino por
la doctrina del "sistema democrático", y por lo tanto los actores de la
represión como los "alteradores del orden" cambiaron de identidad.
Hoy el conjunto de la sociedad (a causa de la
crisis recesiva global y sus emergentes sociales), ya no está amenazada por el
peligro de la "violencia subversiva" sino por el peligro de la
"violencia social" expresado en las huelgas y protestas masivas que ya se
verifican en las metrópolis de Europa, principalmente en los países más pobres
del Este.
Consecuentemente, los que hoy amenazan con
quebrar el orden y la "paz social" (con huelgas y reclamos sociales) ya no son
los "subversivos" (contra quienes se dirigían los golpes y la represión
militar), ni tampoco los "terroristas" de la era Bush (que sirvieron para
legitimar las nuevas invasiones militares) sino los "violentos" que
cortan rutas, calles, y peden llegar a alterar el proceso de la "gobernabilidad"
a escala global.
Este proceso a su vez, y a medida que avancen
los conflictos sociales y sindicales producidos por la crisis, va a impulsar
una profunda reestructuración en la estrategia y en los métodos del control
político y social "sin represión" que los medios de comunicación venían
implementando de la mano de la democracia imperial.
Los ejércitos y los aparatos de seguridad,
que fueron relegados a un segundo plano por la estrategia de dominio con el
"poder blando", van a adquirir un nuevo rol represivo para contener a las
protestas violentas causadas por los despidos, las bajas de salarios y la
imposibilidad de acceder al consumo elemental para la supervivencia por parte de
las mayorías que van a ser desplazadas del mercado laboral y del
consumo.
¿Pero cual va a ser el papel de los medios
represores durante la crisis social que se avecina?
En primer lugar, los medios internacionales y
locales ya se orientan a presentar la crisis encuadrada en la figura del
"peligro de caos económico y social" que amenaza a la sociedad mundial en
su conjunto.
Así como en las anteriores etapas de dominio
asustaron con el "subversivo comunista" y el "terrorista" como
potenciales causales de ruptura de la estabilidad económica, de la
gobernabilidad y la paz social, en el presente se orientan a presentar a los
conflictos sindicales y sociales (emergentes de la crisis) como causales de un
proceso de "subversión social" que puede llevar al "caos y a la
ingobernabilidad" del planeta.
En segundo lugar,
l
a
experiencia manipuladora-represiva de la corporación mediática va a utilizar la
figura del
"subversivo social"
(como detonador del rechazo
colectivo) para neutralizar, aislar y/o desactivar los conflictos y
movilizaciones sociales que empiezan a proyectarse como emergente de la crisis
financiera recesiva a escala global.
De la misma manera, los ensayos que ya se
están haciendo con el temor a la "subversión social" sirve para configurar una
nueva psicología masiva funcional a la represión policial que los
consorcios mediáticos van a instalar cuando estallen los conflictos sociales y
sindicales previstos para cuando el escenario de la crisis recesiva mundial
impacte como "crisis" social a nivel mundial.
Con la teoría y prédica de los "extremos
violentos" encuadrados en la figura de "subversión social" (y dentro de
un esquema de democracia blindada), la corporación mediática prepara el
advenimiento y la legitimación de un proceso de represión policial de los
levantamientos sociales y sindicales derivados de los despidos y rebajas
salariales.
De nuevo van a utilizar la lógica del
"subversivo" (esta vez encarnada en las víctimas sociales de los despidos y de
la crisis alimentaria) para dividir las protestas y generar nuevas
alternativas de dominio en "paz y democracia" combinando la represión
militar con gobiernos
constitucionales.
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Manuel Freitas
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