El petróleo históricamente ha sido una razón para las guerras de conquista y el conflicto en Libia no es una excepción: los países occidentales andan a la caza del tesoro petrolero.
Una guerra que aún no ha terminado y una nueva que ya empieza. Mientras los rebeldes libios libran feroces batallas para ocupar Trípoli, los países occidentales rivalizan para apoderarse de las reservas petroleras de este país árabe.
Entre otros Estados de África, Libia es considerada uno de los países más ricos en oro negro. Antes del comienzo del conflicto (en febrero de este año) el gobierno de Gaddafi exportaba más de un millón de barriles de petróleo diariamente, pero nada más iniciarse los ataques aéreos de la OTAN, se redujo considerablemente el suministro de este recurso.
Según varios medios, la reanudación de la exportación podría ayudar a disminuir los precios del crudo en Europa y EE. UU. De ahí que Occidente (especialmente las naciones que proporcionan apoyo a los rebeldes) intente asegurar un fácil acceso al petróleo libio a sus compañías.
Algunos analistas trazan una línea paralela entre la situación que vive Libia con la que se registró en Irak.
La invasión de EE. UU. y el Reino Unido al territorio iraquí en 2003, permitió a ambos Estados anglosajones establecer un férreo control sobre sus yacimientos.
Como resultado, Irak tan sólo ha podido restaurar su anterior nivel de exportaciones ocho años después de la guerra.
"El gran temor se centra en que es justo lo que hicieron en Irak.
Ellos crearán una democracia que servirá a los intereses del Reino Unido, a los intereses de occidente y a los intereses de compañías petroleras.
Pero no harán nada para el pueblo libio", indicó Greg Muttitt, un experto en petróleo y política en Irak.
Las grandes multinacionales intentan a toda costa conservar y reanudar sus contratos con Libia.
Pero antes de que esto suceda, los rebeldes tendrán que establecer un control firme sobre el país, ya que en las actuales condiciones, las compañías nunca enviarían a este territorio a sus empleados.
"Las potencias occidentales no lo hacen sin exigir una recompensa.
¿Por qué el jefe del Consejo Nacional de Transición se apresura en ir a París a encontrarse con el presidente francés?
¿Por qué las potencias occidentales, Tony Blair y otros muchos antes firmaron contratos con Gaddafi? Pues para explorar los pozos de petróleo", dijo John Rees, un activista político británico.
Los rebeldes libios esperan que los países extranjeros les ayuden a alcanzar la deseada estabilidad política, pero parece que estos persiguen otros objetivos.
En este marco de conflicto de intereses se plantea una pregunta de cara a un futuro próximo: ¿Podría resultar que la competencia de las empresas petroleras por apoderarse de estos combustibles fósiles libios puedan llevar al Norte de África (e incluso al resto del mundo) a una nueva crisis basada en la avaricia por el crudo?
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