Durante la reciente conferencia en Moscú sobre las relaciones ruso-chinas, los reunidos recuperaron la idea que hace algún tiempo promovieron los diplomáticos del país asiático.
Esta idea consiste en dar una nueva orientación a las relaciones entre los dos países, que hasta el momento han sido calificadas por los expertos como una asociación estratégica basada en la confianza entre China y Rusia.
La idea pilló un poco por sorpresa a la parte rusa pero, en el fondo, resulta lógica, ya que el mundo se encuentra inmerso en procesos de rápida transformación. En este contexto, China cambia más rápidamente que el resto del mundo. Está claro que las relaciones entre Moscú y Pekín ya no están como estaban en los años 90 ni en los 2000.
La disparidad crece
A la conferencia en Moscú asistió un numeroso grupo chino de representantes de “tanques de pensamiento”, relacionados de una u otra forma con el Comité Central del gobernante Partido Comunista. Hay que decir que el partido va convirtiéndose en el “tanque de pensamiento” nacional, reservando al Gobierno sólo las funciones de administración, lo cual parece correcto.
Los participantes chinos hicieron hincapié en la economía y la política social, mientras que los rusos trataron de la política en general. Es evidente que la política china se basa en sus logros económicos, pero no está claro cuál es el fundamento principal de la política rusa.
China, según datos aportados a la conferencia, tiene un PIB de 6 billones de dólares. Es la segunda economía del mundo y el primer país exportador. El volumen de la economía rusa equivale a 1,4 billones de dólares. Según el índice del poder adquisitivo, China ocupa el segundo lugar del mundo, mientras que Rusia, el sexto. En este punto la disparidad está creciendo: en 2000 era 2,7 veces más alta a favor de China, mientras que en 2010 ya ascendió a 4,5 veces.
Estos datos son más que suficientes para comprender que las relaciones entre las dos naciones ya no pueden ser iguales a las que había en los 90, cuando fueron catalogadas como “asociación estratégica y fiable”. Sí, aunque sigan siendo estratégicas y fiables, deben ser analizadas desde otro punto de vista.
Por otra parte, China está pasando por un período de transición socio-económica y espera superarlo sin problemas. Como se anunció en la conferencia, el consumo chino crece a ritmos acelerados: 4 veces más rápido que en la Unión Europea y casi 3 veces más rápido que en Japón.
Este signo de estabilidad es muy relevante. Es sabido que la estabilidad previene las convulsiones sociales y las manifestaciones, mientras que la incertidumbre y la tendencia a buscar una mejora en la calidad de vida de la sociedad, sí que las provocan. China lo sabe muy bien: las protestas en la Plaza de Tiananmen (1989) fueron reacción de una parte de la población al crecimiento económico y el enriquecimiento de la otra parte.
Finalmente, el objetivo de China, según expresó su delegación en Moscú, es alcanzar los 10 mil dólares per cápita al año, en comparación con los 3 mil de hoy. Es una meta inalcanzable para muchos países, porque requiere de ciertas condiciones que no todos están en condiciones de cumplir. Para el caso chino estas premisas son unos recursos energéticos propios, que serían insuficientes en el caso de que se adopte el modelo de consumo estadounidense (de ser así, China podría disponer de unos 3.000 millones de coches). Por lo tanto, China tendrá que optar por profundizar en el desarrollo de las energías alternativas y otros modelos de consumo de recursos desconocidos hasta el momento. En otras palabras, se vería obligada a dar un gran salto tecnológico, que la colocaría a la cabeza mundial, en lo que respecta a los conceptos de esta transición.
Pero, teniendo en cuenta todo lo dicho, habrá que buscar los puntos en común con Rusia.
Alianza para la modernización
En los años 90, Rusia colaboró con China en el sector del armamento. Se esperaba, además, que las exportaciones rusas a China ayudarían a recuperar los sectores rusos de alto contenido tecnológico. Luego empezó un período complicado con Moscú como suministrador de recursos energéticos al gigante chino. Ahora estas cuestiones están resueltas. Al mismo tiempo, su importancia queda relegada a un segundo plano.
Hoy en día, el país asiático ya exporta armas, mientras en las exportaciones chinas a Rusia una buena parte la constituyen productos de alto contenido tecnológico. El año pasado, China produjo 182 millones de computadoras, mientras que Rusia, tan sólo 255 mil. En lo que a las relaciones económicas entre los dos países se refiere, Rusia ocupa el lugar Nº 14 entre los socios de China, compartiéndolo con Malasia y Tailandia.
Entonces, ¿en qué estriba la amistad entre los dos Estados? Lo único que queda es el antiguo triángulo Moscú-Pekín-Washington, donde cada ángulo se cuida de las alianzas de los otros dos.
Sin embargo, los participantes chinos en la conferencia hicieron una propuesta importante. Las relaciones ruso-chinas pueden basarse en la
cooperación en el sector energético. Es una rama de importancia vital, con tanta más razón, si se tienen en cuenta las tecnologías conexas. En este campo se prevé bastante trabajo. Lo demostró la reciente Feria de Shanghai, en la que el pabellón chino casi en su totalidad estuvo dedicado a los conceptos de “una ciudad nueva”, incluida la industria energética nueva.
Se antoja una esfera de interacción más. Como se comentó en la conferencia, ha surgido un fenómeno nuevo: la gran emigración de Rusia a China, que supera ya miles de personas. Las comunidades extranjeras siempre han servido de puente entre pueblos. Al mismo tiempo, la comunidad china en Rusia continúa su lamentable tendencia a la reducción.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Kósirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
No hay comentarios:
Publicar un comentario