Por lo visto, parece que va a ocurrir lo que tanto advirtieron ciertos economistas occidentales. Estados Unidos está a punto de perder definitivamente todo lo que generosamente le fue concedido hace varias décadas en Bretton Woods.
Recordemos, los acuerdos de BrettonWoods pactados en 1944, condujeron a la creación del actual sistema de relaciones monetarias y comerciales internacionales, y la aparición de instituciones como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entidades que en su forma actual, ya no satisfacen a nadie, sobre todo, ante la actual crisis financiera que está haciendo estragos en la economía del mundo.
Entre los más inconformes figuran los países de Europa, y probablemente por esa razón, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, en calidad de presidente de turno de la Unión Europea y el Presidente de la Comisión Europea Jose Manuel Barroso, viajaron a Washington el pasado 18 de octubre para informarle al presidente de Estados Unidos, George W. Bush que llegó la hora de desmontar Bretton Woods.
Para que no quedaran dudas, Sarkozy dijo a Bush que junto a Barroso tenían el mandato de los 27 países miembros de la UE para expresar la necesidad de "encontrar una solución correspondiente", así como "emprender una revisión a fondo del sistema financiero mundial y de los principios básicos del capitalismo mundial", una alusión directa al desmonte de Bretton Woods que supone los pilares del actual sistema financiero.
Para atenuar la incómoda situación en que se vio el presidente estadounidense, los huéspedes europeos le concedieron a Bush la posibilidad de anunciar que EEUU será sede de una cumbre financiera mundial destinada a la regulación de la crisis global.
A partir de los asistentes a esa cumbre, es posible establecer cómo ha cambiado la correlación de fuerzas entre el G-8 o grupo de países más industrializados más Rusia y el resto del mundo.
A propósito, además del G-8 y la Unión Europea, a la cumbre serán invitados China, India, Brasil y posiblemente, Australia, Corea del Sur y Arabia Saudí.
Según fuentes estadounidenses, la cumbre se celebrará a finales del próximo mes, después de los comicios presidenciales en EEUU convocados para el día 4 de noviembre.
Según la Constitución estadounidense, la investidura del nuevo presidente ocurrirá meses después, el 20 de enero, de esta manera, durante la cumbre formalmente Bush se encontrará en el poder, pero esta circunstancia no tiene ninguna importancia y tampoco le preocupará a nadie.
Como tampoco preocupa el escándalo en torno al presidente del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss Khan, compatriota de Sarkozy, implicado en una intriga amorosa con la economista húngara Piroska Nagy, una noticia difundida con especial encono por los medios de información estadounidenses.
Muchos expertos opinan que la campaña de la prensa estadounidense para resaltar los líos de Strauss se hizo a propósito, porque Sarkozy contaba precisamente con los esfuerzos del presidente del FMI en sus planes para desmontar la estructura de Bretton Woods.
Pero esas suposiciones carecen de valor, lo importante es que Europa le arrebató la iniciativa a EEUU y a Bush, y ahora promueven la creación de un nuevo orden financiero mundial en el que EEUU quedara incluido, pero ya sin la posibilidad de desempeñar el papel de "violín principal" en la nueva orquesta financiera global.
Por lo visto, Bush abandonará la presidencia de su país como uno de los ejecutores principales de la desaparición definitiva del orden económico establecido en Bretton Woods.
Aunque tampoco se puede envidiar a aquellos que les corresponda la tarea de diseñar ese nuevo orden económico y financiero mundial.
El problema es que nadie, ni Sarkozy, ni la UE, ni Japón ni China tiene una idea concreta de cómo debe ser la nueva arquitectura financiera global, y las ideas hasta ahora propuestas no permiten configurar un ente estructurado, porque no tiene ni pies ni cabeza.
Por el momento, parece que todos saben qué es lo que se debe encerrar en un ataúd y sepultarlo definitivamente, a excepción, tal vez de los bancos y algunos de sus clientes que movidos por su codicia suponen el mercado se puede regular por sí sólo.
A grandes rasgos, se conoce lo que hay que hacer. Poner en marcha mecanismos eficaces que permitan regular el sistema financiero y cambiario mundial, la implementación de controles estatales más severos, con recursos de regulación y vigilancia en el sector bancario, la bolsa, la gestión crediticia y los agentes y operadores.
Pero está claro que las entidades financieras y cambiarias no van a aceptar la imposición de conceptos generales. En lo que se refiere a medidas concretas existe un gran vacío, pues nadie tiene una idea más o menos concreta de la configuración exacta que debe tener el nuevo modelo que suplantará los acuerdos de Bretton Woods.
Sin esa exactitud, el nuevo código financiero puede correr la misma suerte que Bretton Woods. Hay que tener presente que de acuerdo a las normativas establecidas por Bretton Woods, el mercado y todas las instituciones financieras demostraron una conducta que la sociedad consideraba intolerable, y desde hace tiempo, los expertos ya habían identificado esos defectos.
Muchos economistas y expertos plantearon que había llegado el momento de cambiar el sistema Bretton Woodos porque en los últimos 40 años las manifestaciones de crisis habían crecido en proporción geométrica.
La intervención de los bancos nacionales para sostener la moneda nacional, "la fuga hacia el oro" (depósitos en oro en lugar del dólar), las convulsiones y las cada vez más frecuentes "batallas" en la bolsa, la introducción de régimen de regulación (cesta de divisas), los créditos permanentes del FMI para cubrir el déficit presupuestal (la función principal del FMI), la devaluación y sobrevaloración de las monedas, "los recalentamientos de las divisas", las guerras comerciales, todo esto fueron manifestaciones del síndrome producido por la inoperancia del sistema Bretton Woods.
Sería poco correcto responsabilizar a los promotores de Bretton Woods de todos los males actuales. Ese sistema fue creado en los últimos años de la guerra y lógicamente, "había que partir de lo que había".
En los años de postguerra y los que sucedieron, a excepción del dólar, en el mundo no quedó otra moneda estable, y el único país autosuficiente y fuerte que quedó fue EEUU.
Inicialmente, con el dólar como moneda patrón internacional la situación fue cómoda, posteriormente operar con el dólar fue un lujo, y más tarde una ventaja relativa, hasta el momento cuando esto dejó de ser así, y EEUU tuvo que comenzar a convencer y a insistir en que el dólar era la mejor opción, como lo fue antes.
Con Bretton Woods, los estadounidenses salieron ganando por partida doble, porque ese sistema garantizó la estabilidad y la constante demanda del dólar. Ahora, parece que esa situación llegó a su fin, aunque la Casa Blanca como antes, continúa insistiendo en que basta una reforma del sistema de mercado liberal.
Pero ya es tarde, la crisis financiera ya corroe la economía real, y parece inevitable que EEUU se quedará sin las ventajas que durante años le proporcionó Bretton Woods.
Andrei Fedeiashi
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
No hay comentarios:
Publicar un comentario