Moskovski Komsomolets
Bruselas insiste en frenar las obras del gasoducto South Stream, pero en realidad el mayor detractor del proyecto es Washington. De seguir adelante, la tubería podría llegar a provocar un conflicto de los dos grandes aliados, escribe hoy Moskovski Komsomolets.
El South Stream se está convirtiendo en una especie de moneda de cambio en el conflicto gasístico de Moscú y Kiev pese a no tener relación formal con este asunto, destaca Serguéi Pikin, director de la Fundación para el Desarrollo Energético.
“Europa fue la primera en arremeter contra el proyecto por considerar que Rusia, que actualmente cubre el tercio de la demanda energética europea, se afianzará aún más en su mercado al construir el nuevo gasoducto”, indica.
Sin embargo, hasta hace poco la disputa en torno al South Stream se desarrollaba sin apenas subir de tono, según Alexéi Grivach, director general adjunto de la Fundación de la Seguridad Energética Nacional.
“Moscú y Bruselas intercambiaban amenazas de llevar el asunto a los tribunales pero sin llegar a un proceso judicial real. Y la situación de Gazprom estaba lejos de ser delicada, ya que los acuerdos intergubernamentales para construir la tubería se firmaron antes de que el tercer paquete energético entrara en vigor”, dice el experto.
Pero ahora en la disputa ha intervenido una tercera parte, EEUU, que pretende comprar el sistema de gasoductos ucranianos que hoy día es la principal vía de tránsito del gas ruso hacia Europa. La puesta en marcha del South Stream supondría una ruta alternativa y las tuberías ucranianas solo servirían para chatarra, explica.
“Washington se esfuerza por que las obras del South Stream no lleguen a término y en ello se solidariza con la UE. No obstante, Rusia tiene ahora una oportunidad no solo para finalizar las obras de la tubería, sino también para provocar una bronca entre Washington y Bruselas”, estima Grivach.
Y es que, aclara, Gazprom podría tender parte del gasoducto a través de Turquía, país que no está sometido al tercer paquete energético europeo, algo que ya está barajando el gigante ruso.
Por otro lado, también podría vender sus participaciones en los tramos que pasan por países europeos a compañías locales, lo que eliminaría el motivo de las protestas europeas.
“Europa necesita gas y EEUU por ahora no es capaz de proporcionárselo. Resolviendo las reclamaciones de Bruselas, que son lo que impide las obras de la tubería, Rusia podría obtener luz verde de la UE para el South Stream, lo que sería una desagradable sorpresa para Washington”, concluye el analista.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
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