Vicky Peláez
El sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino en nuestra actitud hacia ellas(Antoine de Saint-Exupery (1900-1944)
Las revelaciones del ex técnico de la que siempre ha sido considerada ultra secreta Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, Edward J. Snowden, sobre la red de espionaje global, pusieron temporalmente en jaque a Washington y a sus sumisos aliados europeos que aspiran poseer el control sobre el destino del planeta.
Como lo recalcó Snowden, para la NSA, es decir, para Washington “el hecho de no saberlo todo sobre todo el mundo representa una crisis existencial y se llega a la impresión de que incumplir las normas está bien. Una vez que la gente te odia por incumplir esas normas, su incumplimiento se convierte en una cuestión de supervivencia”.
Una filosofía simple que fue puesta en práctica en América Latina en los años 1970 dando como resultado la proliferación de sangrientos golpes de Estado, cuyas heridas no han cicatrizado hasta hoy en los sobrevivientes, y donde también los desaparecidos siguen susurrando sus quejas y gemidos al oído de sus cercanos familiares. En aquellos años el maquiavélico Henry Kissinger había logrado imponer al departamento de Estado como doctrina la principal idea de su disertación de doctorado que se basada en una frase de la obra Fausto de Wolfgang Johan Goethe: “Si debo elegir entre la justicia y el desorden por un lado, y la injusticia y el orden por el otro lado, siempre elegiría lo segundo”. Para Kissinger, el desorden siempre ha estado relacionado con la democracia.
Los dictadores latinoamericanos, como el paraguayo Alfredo Stroessner, el nicaragüense Anastasio Somoza, el dominicano Rafael Leónidas Trujillo, el chileno Augusto Pinochet, los argentinos Jorge Rafael Videla y Leopoldo Galtieri, el uruguayo José María Bordaberry, los bolivianos Hugo Banzer y Luis García Meza entendieron perfectamente este mensaje de su protector e inspirador del norte. Todos declararon como al unísono con Pinochet: “Soy democrático pero a mi manera” y en sus países también, igual como en Chile, según su dictador “No se mueve ni una hoja sin que yo no sepa”.
Cuando en los años 1980 uno de los pensadores lúcidos de su tiempo y conocedor de América Latina André Gunter Frank advertía que esta política norteamericana practicada en el Hemisferio Occidental podría producir el efecto bumerang, cuya característica es devolverse indefectiblemente para golpear al lanzador, nadie tomó en serio sus palabras y menos en los Estados Unidos. Sin embargo, su visión resultó ser cierta, aunque al “bumerang de injusticia”, que lanzó Norteamérica hacia sus vecinos del sur, le tomó 40 años para dañar a su lanzador. Una reciente frase del presidente Barack Obama: “No se puede tener un 100 por ciento de seguridad y un 100 por ciento de privacidad y cero de molestia. ... Tenemos que escoger lo que es necesario para la sociedad”, no tiene mucha diferencia estas palabras a las de Augusto Pinochet o de sus colegas dictadores que trataron de controlar “cada hoja” que se movía en sus países.
Como lo informó hace poco el periodista David Brooks de The New York Times, hace dos años el presidente Barack Obama emitió una orden ejecutiva bajo el lema: “Si ves algo, di algo” que obliga a 2.100.000 empleados federales a espiar a sus colegas y reportar cualquier comportamiento sospechoso que pudiera representar una amenaza a la seguridad nacional. Esta orden también define cualquier filtración no autorizada de información oficial como un acto de asistencia al enemigo. “Comportamiento peligroso” significa estar envuelto en un proceso de divorcio, estar estresado, tener problemas financieros, sentirse frustrado con sus colegas, trabajar más allá de los horarios normales o viajar con frecuencia, leer documentos clasificados que no le corresponde etc.
El espionaje interno no le pareció suficiente a Washington que decidió expandirlo, como lo denunció Edward Snowden, al mundo entero a través de sus programas de los “Cinco Ojos” que son los servicios de inteligencia de señales (SIGINT) de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda bajo la dirección de la NSA y el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido. (GCHQ). Lo insólito de todo esto ha sido que los servicios de inteligencia de los 27 países de la Unión Europea empezaron a colaborar estrechamente con los Estados Unidos poniendo los intereses de la única superpotencia del mundo encima de la de los propios países europeos. Siguieron el mismo patrón de relaciones que se estableció en Latinoamérica con su poderoso vecino del norte en los años 1970.
En aquellos tiempos los servicios de inteligencia nacionales empezaron a suministrar la información que se consideraba importante, primero a la embajada norteamericana privando frecuentemente a su propio gobierno de los datos obtenidos. Los recientes documentos de Snowden demuestran, por ejemplo, que Ecuador era vigilado por la CIA y la NSA desde 2007 infiltrando los sectores de seguridad nacionales. Después del ataque de los militares colombianos a un campamento clandestino de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ubicado en la provincia ecuatoriana de Sucumbios el primero de marzo 2008, el presidente del país Rafael Correa denunció que “Hay casos vergonzosos en que la CIA financia ciertas unidades de inteligencia ecuatorianas, cuyos informes eran remitidos directamente a la CIA que, a su vez, se los transmitía al gobierno de Colombia”. Posteriormente se supo que el director de Inteligencia del Ejército, Mario Pazmiño no solamente era informante de la CIA sino desinformaba o simplemente ocultaba la misma información de su propio gobierno.
Ahora este modelo ha sido trasplantado a la Unión Europea, de acuerdo a Edward Snowden, estableciéndose estrechas y cordiales relaciones de sus servicios de inteligencia con la NSA, suministrando a los norteamericanos el contenido de millones y millones de comunicaciones de sus ciudadanos registrados en sus territorios. Hace poco el periódico alemán Der Spiegel informó que el “Bundesnachrichtendienst de Alemania (Servicio Federal de Información) permitía a la NSA tener acceso a secretos económicos o geopolíticos alemanes”. Todo esto se realizaba con el implícito si no tácito consentimiento del gobierno federal sin atreverse a rechistar. Como dice el periódico la NSA “estaba en cama con los alemanes”. Inclusive el mismo jefe de la BND, Gerhard Schindler confirmó la existencia de una estrecha cooperación con la NSA.
Y eso no es nada nuevo. En marzo de 2000 el exdirector de la CIA, James Woolsey respondió al informe del Parlamento Europeo sobre la red Echelon del espionaje de los satélites: “Sí, amigos del continente europeo, los hemos espiado. Y es verdad que usamos ordenadores para clasificar los datos mediante palabras claves”. Agregó que lo hacían porque tenían sospechas que las corporaciones alemanas pagaban sobornos. En aquel entonces el Parlamento Europeo elaboró recomendaciones para la protección de privacidad y seguridad comercial que se aprobaron en 2001. Pero después del atentado a las Torres Gemelas el 11 de setiembre de 2001, la Unión Europea se olvidó de las recomendaciones y el espionaje electrónico de la NSA se expandió a una dimensión más amplia en Europa.
Todas las declaraciones de “indignación” y “sorpresa” tanto de los líderes de la Comisión Europea como de los gobernantes de los 27 países que están confesando desconocer el espionaje de la NSA en colaboración con los servicios especiales nacionales, se vuelven objeto de risa en el mundo entero. La Guerra Fría aparentemente terminó pero el control de Estados Unidos que se estableció en Europa después de la Segunda Guerra Mundial sigue creciendo llegando inclusive a convertirse la Unión Europea en el nuevo “patio trasero” de Norteamérica. Esto explica por qué a pesar del escándalo del espionaje electrónico del NSA, el Parlamento europeo decidió poner sus sistemas de telefonía e Internet en manos de la compañía estadounidense CISCO, implicada en escándalo de espionaje. Los presidentes, primeros ministros y cancilleres europeos han cedido deliberadamente la soberanía de sus países a su amigo-amo de Washington y a sus respectivos bancos. El reciente incidente con el avión de Evo Morales ha hecho revelar el verdadero rostro de la Unión Europea (UE).
La respuesta de América Latina ha sido más contundente y decidida. Mientras la esperanza de que Alemania se atreva a dar asilo político a Edward J. Snowden, lo que hubiera demostrado su independencia de la tutela de Washington, se estaba desvaneciendo precipitadamente, tres países sudamericanos: Venezuela, Nicaragua y Bolivia han tenido la valentía de ofrecer el asilo humanitario al ex técnico de la NSA perseguido implacablemente por su gobierno que ya lo acusó de ser “traidor”, ignorando la opinión del 55 por ciento de la población norteamericana que lo considera como el “denunciante” que hizo algo positivo para el país.
Con la consigna: “Nuestra América Latina no puede tolerar tanto abuso”, en referencia a la actitud de Francia, Portugal, España e Italia hacia el presidente de Bolivia, Evo Morales, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) denunció “una flagrante discriminación y amenaza a la inmunidad diplomática de un jefe de Estado”. La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) expresó su indignación por el caso de Evo Morales y la mayoría de los líderes de Latinoamérica se solidarizaron con el presidente de Bolivia expresando su rechazo a la violación de las leyes internacionales. El tema de las denuncias de espionaje estadounidense en América Latina y el caso de Evo Morales estarán también en la agenda de la próxima cumbre del Mercosur en Montevideo.
Simultáneamente en toda América Latina se ha puesto en marcha el proceso de revisión de sus servicios de inteligencia tratando de evitar la injerencia del “Hermano Mayor” a través de sus “Cinco Ojos” en el sistema de seguridad nacional. En otro lugar del planeta, en Rusia donde está actualmente Snowden, sus servicios seguridad y de defensa decidieron volver a comprar máquinas de escribir por temor a las filtraciones. En los Estados Unidos el navegador web Mozilla, the Electronic Frontier Foundation (EFE), la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) han empezado una campaña: “Stop Watching Us” (Paren de Vigilarnos”) en oposición a los programas secretos de espionaje.
Mientras todo esto está sucediendo, Edward J. Snowden sigue en el aeropuerto Sheremetievo de Moscú, “un poco ansioso sobre su próximo paso, sobre lo que está haciendo”, según el periodista de The Guardian Glenn Greenwald, “pero se siente muy bien sobre el debate que provocó”. A la vez WikiLeaks anunció a través de la red social Twitter una campaña para un vuelo que traslade a Snowden hacia un país que lo asile y poner fin a su calvario en Moscú.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
RICKI Pelaez
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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