La Cumbre de mayo de la OTAN hará un cierto balance parcial de la dilatada discusión en torno al sistema europeo de defensa antimisiles. Ya está claro que, ese balance no será satisfactorio para todos. En medio de la temporada de elecciones en EE. UU. resulta ilusorio confiar en una solución exitosa de tales problemas. La suerte del escudo antimisiles se decidirá, en un plano global, después de noviembre de 2012.
La política como en el ajedrez
Rusia constata la ausencia de progreso en las conversaciones sobre el sistema de defensa antimisiles y se dispone a tomar las medidas debidas de respuesta tecnomilitar. EE. UU. y la OTAN continúan aseverando que, el escudo europeo antimisiles no apunta contra Rusia.
En ajedrez, la repetición triple de una movida en el tablero es motivo para declarar tablas la partida, si lo exige uno de los rivales. Las posiciones de las partes sobre el escudo antimisiles han sido repetidas hasta el cansancio, pero no hay quien lo declare tablas ni suspenda la partida. Y ello porque, Rusia y EE. UU. no son sujetos de derecho internacional que estén dispuestos a permitir en su disputa un árbitro externo.
La Cumbre de la OTAN, de mayo en Chicago, debe ser un suceso más que podría resolver algo en la suerte del sistema europeo de defensa antimisiles. Se espera que, en esa cumbre sean tomadas decisiones prácticas sobre el despliegue del escudo antimisiles en Europa del Este y, posiblemente, sobre planes de ampliación ulterior del sistema.
Voceros de la Cancillería de Rusia han expresado la disposición del país a llevar a cabo un conjunto de medidas de reacción que el presidente Dmitri Medvédev expuso ya en noviembre de 2011.
Reacción escalonada
La posible reacción de Rusia, expuesta en otoño del año pasado por Dmitri Medvédev, ante la actividad de la OTAN en el despliegue del escudo antimisiles reviste un carácter “escalonado”. Ella permite corregir su influencia, en dependencia de la situación que se cree, pasando a una u otra etapa. En general, ya se están realizando las iniciativas del presidente sobre el reforzamiento del sistema de advertencia de ataque balístico, del Sistema de defensa aeroespacial y de las Fuerzas nucleares estratégicas.
No se han realizado solo los puntos. cuyo cumplimiento es posible solo ante un agravamiento brusco de las relaciones. Se trata del despliegue en Kaliningrado del sistema de mísiles “Iskander”, como respuesta ante el posible despliegue de elementos del sistema antimisiles en Polonia y, el abandono del tercer Tratado de desarme nuclear. Estas medidas van a significar, en los hechos, al retorno a una copia de la guerra fría. Su realización es posible en caso de la coincidencia de una serie de factores desfavorables, del que es fundamental el desenlace de los comicios en EE. UU.
“La variante sur”
Otra medida posible mas es la ampliación de la geografía del Sistema ruso de defensa aeroespacial y de Fuerzas nucleares. En una serie de medios de difusión, remitiéndose a fuentes competentes anónimas, han aparecido informaciones de la posible construcción de un “Voronezh” más en Cisdniestría. Esta medida parece poco probable.
En primer lugar, contraviene la política actual de Rusia sobre despliegue, dentro del país, de sistemas de Defensa Aeroespacial y de fuerzas estratégicas. En segundo lugar, socava la tradicional para Moscú política prudente en el espacio postsoviético, crispando la situación en Cisdniestría. Por último, el Sistema de Defensa Aeroespacial y de fuerzas estratégicas es necesario sobre todo para detectar los posibles de cohetes balísticos contra el territorio de Rusia, pues la dirección occidental está salvaguardada exitosamente por el radar de Kaliningrado, cuyo campo desde el norte se cruza con el campo de observación de Petersburgo, y desde el Sur, con Armavir, Al occidente “vigila” también el radar en Bielorrusia. El despliegue posible en el Sur de Europa de elementos del sistema antimisiles de EE. UU. no aumenta el peligro balístico desde esa dirección. Así la cosas, no parece ser una medida indispensable el despliegue, en Cisdnestría, de un Sistema ruso de defensa aeroespacial y de fuerzas estratégicas
La interrogante de Washington
Es evidente que la tensión en la historia del escudo antimisiles se explica por el “clima electoral”, de no hace mucho en Rusia, y actual en EE. UU. El presidente Barack Obama está hoy excesivamente limitado en las posibilidades de tomar unas u otras decisiones político-militares, cada una de las que es calibrada y sometida a una crítica rigurosa.
Sin embargo no cabe duda de que, si triunfa en las elecciones y retiene su mandato por otros cuatro años tendrá bastantes posibilidades para el logro de acuerdos mutuamente aceptables con Rusia, como lo que sucedió con el tercer Tratado de desarme nuclear, en su primer mandato.
Pero, persiste la interrogante en la política de EE. UU. si es elegido presidente, por ejemplo, Mitt Romney. Por una parte, la retórica actual de los republicanos no infunde esperanzas en un entendimiento mutuo pronto, y por la otra, la visión pragmática ante los problemas de la seguridad debe sugerir al inquilino de la Casa Blanca, independientemente de su afiliación partidaria, la idea de la necesidad de la búsqueda de un idioma común con Rusia.
Viejo Condor
La Voz de Rusia (SIC)
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