Moscú, 11 de enero, RIA Novosti. Como ya es habitual, Rusia entró en 2010 con un conflicto de hidrocarburos, esta vez, con Bielorrusia, escribe hoy la prensa local.
La tensión sigue en aumento, dado que ambas partes fracasaron el pasado fin de semana en sus intentos de zanjar la disputa sobre aranceles petroleros, pendiente desde diciembre. Moscú ya amenazó con castigar a Minsk por la tozudez suprimiendo los privilegios que tiene para la importación del crudo desde Rusia. El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, prometió a su vez abandonar la unión aduanera con Rusia y Kazajstán, si continúan las presiones.
Oficialmente, las partes siguen sin ponerse de acuerdo sobre los aranceles petroleros pero algunos expertos, en particular, Yaroslav Romanchuk, del Centro Mizes, vincula este conflicto con la próxima privatización de Naftan-Polimir y Mozirski, dos refinerías bielorrusas que interesan desde hace tiempo a las petroleras rusas Rosneft y Lukoil.
Andrei Súzdaltsev, de la Escuela Superior de Economía, señala que Moscú planeaba mantener por un tiempo los privilegios actuales siempre y cuando Minsk tomara en cuenta los intereses de empresas rusas a la hora de privatizar el sector petroquímico: "Lukashenko se puso de acuerdo en un principio pero luego se retractó. Los bielorrusos quieren que la exención arancelaria se aplique este año a 21,5 millones de toneladas del crudo, lo que equivale a una subvención directa por valor de 5,5-6 mil millones de dólares y permite a Lukashenko quitarse de encima el problema de la crisis económica".
Ambas partes tratan de exacerbar la situación. Una vez fracasadas las consultas de turno, Moscú advirtió por boca de un experto anónimo que Bielorrusia se expone al riesgo de perder sus privilegios actuales, si dilata el proceso negociador. Minsk amenazó con incrementar las tarifas por el trasiego del crudo ruso. El presidente Lukashenko formuló a finales del pasado año la amenaza más grave: abandonar la unión aduanera en caso de que Moscú pase por alto los intereses de Bielorrusia en el ámbito energético.
A pesar de este intercambio de amenazas, se ha roto la principal tradición de las guerras energéticas del Año Nuevo: nadie ha cerrado por ahora la llave que regula el flujo de hidrocarburos rusos a Europa. Con todo, las cosas podrían empeorar. "Bielorrusia mantiene una postura muy firme, confía en el apoyo de la Unión Europea y espera resolver la situación en beneficio propio", piensa Súzdaltsev. "Si Rusia suspende el suministro, los bielorrusos procederán a requisar el crudo destinado para el mercado europeo, tal y como se hizo en 2007. Nadie lo admite en voz alta pero es una amenaza al cien por ciento real".
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
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