martes, 22 de diciembre de 2009

Rusia tiene preocupaciones más inmediatas que el ecologismo religioso



La lucha contra el calentamiento global se asemeja cada vez más a una fe cuyos adeptos manifiestan igual fervor que fundamentalistas religiosos, escribe hoyGazeta.Ru. Rusia tiene preocupaciones más inmediatas que esta nueva creencia ecologista, según el periódico.

Mientras estadistas mundiales reunidos en Copenhague procuraban sin éxito acordar futuros recortes de la emisión del CO2, las calles de la capital danesa se vieron invadidas por centenares de ecologistas convencidos de que el cambio climático, fruto de la irreflexión humana, depara una catástrofe inevitable a escala global. Sin prestar oído a argumentos científicos, esta gente se mueve por una fe sencilla y poderosa, similar a la que provocó muchas guerras históricas y es capaz de generar conflictos religiosos también a día de hoy.

Quienes impugnan el calentamiento global piensan en términos absolutamente cristianos: la civilización de las tecnologías, o sea, el pecado humano, trajo perdición al paraíso terrenal que fue la Naturaleza primitiva. Se acerca de forma implacable el fin del mundo y la humanidad, si desea evitar una catástrofe, debería domar su carácter pecaminoso y cesar la polución de la atmósfera con el dióxido de carbono.

Que los adeptos de la flamante religión ecologista se vayan multiplicando ante todo en naciones desarrolladas no es casual. Esta nueva fe podía haber surgido únicamente a partir de cierto nivel de civilización. Una actitud de veneración hacia la Naturaleza se despierta con más frecuencia en sociedades que ya tienen resueltos los demás problemas. Quienes difícilmente llegan a fin de mes no están para peroratas sublimes sobre la salvación de la humanidad: más les preocupa la sobrevivencia propia. Por tanto, el ecologismo religioso no es una amenaza a corto plazo para Rusia: le sobran otras preocupaciones.

Viejo Condor

Gazeta Ru (SIC)

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